Por Walddy Polanco
La experiencia de hacer compras en un supermercado debería ser una tarea sencilla y satisfactoria. Sin embargo, como bien señala la periodista Walddy Lina Polanco, hoy en día esta actividad se ha transformado en una encrucijada para los consumidores. La creciente tendencia de las cadenas de supermercados a priorizar sus marcas propias, dejando de lado muchas marcas tradicionales, ha generado preocupación y un debate necesario sobre la libertad de elección del consumidor.
Un escenario limitado, en un recorrido por supermercados como Hiper Olé, Bravo, Nacional, La Sirena, Carrefour y Jumbo, es evidente que el panorama ha cambiado drásticamente. Donde antes se encontraban múltiples marcas por categoría, ahora predominan las marcas propias de cada cadena. Este modelo no solo reduce las opciones, sino que obliga al consumidor a adaptarse a una oferta limitada o a trasladarse a otros supermercados en busca de sus productos de confianza.
La situación se agudiza con iniciativas como la Feria de Marcas Propias de Hipermercados Olé, que incentiva el consumo exclusivo de sus productos. Si bien estas estrategias buscan fortalecer las marcas emergentes de los supermercados, no pueden ignorarse las implicaciones: el consumidor no está eligiendo libremente, está siendo dirigido.
¿Marcas Emergentes o Riesgo para el Consumidor?
Una de las denuncias más preocupantes es la presencia de productos con registros sanitarios “en proceso”. Esto pone en duda los estándares de calidad y seguridad que deberían ser innegociables. ¿Está Pro Consumidor supervisando adecuadamente estas marcas emergentes? La respuesta a esta pregunta es crucial, ya que la salud de los consumidores no debería comprometerse bajo ninguna circunstancia, por muy atractiva que sea una oferta.
¿Hacia un Monopolio de las Cadenas?
La creciente exclusión de marcas tradicionales plantea un escenario inquietante: ¿llegará un punto en que las marcas líderes deban abrir sus propios supermercados para sobrevivir? Esta situación no solo afecta a las empresas, sino que también recarga al consumidor, quien ya enfrenta desafíos como la inflación y ahora debe lidiar con la dificultad de encontrar los productos que siempre ha preferido.
El Derecho a Elegir
El consumidor no solo compra productos, compra confianza, calidad y familiaridad. Sin embargo, las cadenas parecen estar olvidando este principio, priorizando sus propios intereses comerciales sobre el derecho del cliente a decidir.
Es necesario replantearse esta estrategia. Las marcas propias pueden coexistir con las tradicionales sin necesidad de desplazar las opciones disponibles. Al final, la diversidad y la competencia son beneficiosas para todos. El consumidor debe ser el eje central del mercado, y su libertad de elección no puede convertirse en una víctima de las estrategias comerciales.
Walddy Lina Polanco nos invita a reflexionar sobre un tema que afecta nuestra experiencia diaria. Es hora de que los supermercados y las autoridades reguladoras evalúen las prácticas actuales y trabajen en un equilibrio que permita la convivencia de todas las marcas en igualdad de condiciones. Porque elegir no es un lujo, es un derecho.