La comunicación moderna y sus errores fundamentales

Por Roberto Veras
SANTO DOMINGO ESTE.-
En los tiempos actuales, la comunicación atraviesa una crisis de identidad. Muchos de quienes ostentan el título de comunicadores parecen haber olvidado los principios éticos y profesionales que deben guiar su labor. Han adoptado prácticas erróneas que desvirtúan su rol fundamental en la sociedad.
Por un lado, encontramos a aquellos que, tras un micrófono o una pantalla, actúan como juez y abogado. Dictan sentencias públicas sin el debido análisis, cargando sus palabras de subjetividad y en ocasiones de intereses ocultos.
Este proceder no solo es irresponsable, sino peligroso, pues compromete el acceso de la ciudadanía a información veraz y balanceada, distorsionando la percepción de la realidad.
Por otro lado, están los comunicadores que han convertido su tribuna en un medio para negociar beneficios personales. Detrás de sus constantes críticas o alabanzas a los políticos, se esconden intereses particulares.
Califican y descalifican no con la intención de informar, sino con el objetivo de obtener prebendas, contratos o favores. Este comportamiento erosiona la credibilidad de los medios y socava la confianza de la población en la labor periodística.
El trabajo fundamental de un periodista no debe ser otro que mantener informada a la población. Esto implica reportar con precisión, sin sesgos y con el compromiso de buscar la verdad. Además, los comunicadores deben ser vigilantes de los recursos públicos, asegurándose de que sean invertidos en proyectos que beneficien a la mayoría y no se pierdan en las manos de unos pocos.
En este contexto, urge un retorno a los principios éticos del periodismo. Los comunicadores tienen en sus manos la responsabilidad de ser faros de información y no actores de un espectáculo que busca satisfacer intereses personales o políticos.
Solo recuperando este sentido de misión podrán ser los guardianes que la sociedad necesita en medio de un panorama complejo y desafiante. La comunicación moderna tiene en su esencia el poder de transformar. Hagamos que sea para bien.

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